Me gusta escribir. Me gustan los deportes. No. No me gustan los deportes. Me apasionan los deportes. Jugarlos y verlos, aunque los vea más de lo que juego. No pretendo tener la verdad, sólo mi afición, mi pasión y mi opinión. Aquí expreso la misma, simplemente por darme el gusto de hacerlo.
La última imagen de Derek Jeter como jugador en
Yankee Stadium. Mejor, imposible.
Foto: www.facebook.com/ESPNDeportes
De Derek Jeter ya está todo escrito. Por eso en este año de su retiro había decidido no escribir nada más. Total, parte de lo que significa para mí el Capitán de los New York Yankees ya lo había expuesto con motivo de su hit 3,000 y también con motivo del retiro de Mariano Rivera. Entonces, para que más.
Pero no. Jeter no podía despedirse del Yankee Stadium de forma común y corriente. Tenía que hacerlo a su estilo. No en vano le dicen el Capitán Clutch. No por gusto se cansó de dar batazos oportunos y decisivos en los momentos de mayor presión. No. En su última noche en el Bronx no le bastó con remolcar dos carreras y poner adelante al equipo. Cuando David Robertson desperdició un salvamento y permitió que los Baltimore Orioles empataran el juego, aquella mística y aura que últimamente ha estado ausente en el estadio de los 27 veces campeones se hizo presente y permitió que una vez más, en su último turno al bate en su casa de toda la vida, Derek Jeter tuviera la posibilidad de darle el triunfo a los Yankees.
Y claro. Eso mismo fue lo que sucedió. Si un guionista decidiera hacer una película para tener este final, probablemente diríamos "bah, eso no puede pasar en la vida real". Ajá. El tema es que si pasó. Y fue apoteósico. Pueden verlo aquí.
Tantas veces no puede ser casualidad Capitán. La admiración de uno como seguidor queda corta ante la que le rinden sus rivales y compañeros de todas las épocas. En este enlace (One Word for Two) solamente algunos testimonios de ellos. Y si quieren ver como jugadores profesionales parecen niños rendidos ante la magia del jugador admirado, sólo tienen que dar un vistazo a los tuits que fueron publicando tras el final de película de este histórico 25 de septiembre y disfrutar de la emoción que generó en todos el batazo final del Capitán en su querido y desde ahora extrañado Yankee Stadium.
Junto a Michael Jordan, Jeter es el deportista que más he admirado. Para mí -que comencé a ver béisbol en 1996- el próximo año será rarísimo seguir a los Yankees sin el 2 -que pronto estará retirado en el Monument Park- en el shortstop. La vida sigue, pero el Capitán -futuro Salón de la Fama sin duda alguna- se dejará extrañar.
Nada. No iba a escribir más de Derek Sanderson Jeter, pero el inolvidable número 2 de los Yankees hizo que su último acto en Nueva York también fuera imposible de ignorar. Gracias por todo Capitán.
El 24 de mayo de 1964 un partido de fútbol celebrado en el Estadio Nacional de Lima entre Perú y Argentina, eliminatorio para los Juegos Olímpicos de Tokio, terminó convirtiéndose en la tragedia que más víctimas ha cobrado en un evento futbolístico –aproximadamente 320 personas y más de 500 heridos, según cifras oficiales que aún hoy son cuestionadas-. El día sábado se cumplieron 50 años de aquella dolorosa página del fútbol, que olvidada entre Champions y el paso del tiempo, pasó casi desapercibida a nivel mundial.
Poco queda para agregar a todo lo que en algún momento se ha escrito de la tragedia del Estadio Nacional. Sin embargo, tuve la oportunidad de conocer el relato de uno de los cuarenta y siete mil espectadores que ese día llenaban el coloso del José Díaz. Lo he escuchado muchas veces, y ayer que volví a pedírselo, me lo contó una vez más. En todo este tiempo su relato no ha variado, y es simplemente eso, apenas el testimonio de un apasionado del fútbol que sin querer fue testigo de una tragedia que sumió en luto al país. Aquí comparto, en sus palabras, lo que vivió mi padre hace 50 años.
“Faltaba muy poco para que termine el partido y estábamos perdiendo 1-0. Si empatábamos crecía la posibilidad de ir a la Olimpiada. En ese momento hay un gol de Kilo (Lobatón). Efectivamente, Kilo levanta un poco la pierna para ganar al back argentino y pudo verse como si fuera una plancha, pero no era una plancha realmente. Los argentinos reclamaron y el árbitro lo anuló. Allí comenzó todo. La gente estaba muy molesta. Entonces apareció este muchacho “Bomba” y ahí fue terrible.“Bomba”salió entre (la tribuna) oriente y sur y lo primero que hizo fue corretear al árbitro con evidente intención de agredirlo. Y creo que luego lo siguió otro muchacho. Los policías que rodeaban al árbitro lo agarraron de las piernas y de los brazos, se lo llevaron pegándole, y ahí se terminó de enardecer la gente, ya bastante incómoda con que se estaba perdiendo y habían anulado un gol que pareció legítimo. En la tribuna norteestaban tirándose la malla abajo para meterse a la cancha, comenzaron a tirar ladrillos, comenzaron a tirar de todo. Fue terrible cuando comenzó todo el laberinto.
En aquella época me gustaba ir a occidente. Solía ir solo, aunque justo aquel día fuimos con unos amigos del banco en el que trabajaba. En occidente salimos tranquilos, si se puede decir así al hecho que salimos caminando, solamente con los problemas que te generan en la vista los gases lacrimógenos, que se sentían no obstante que estábamos lejos de donde tiraron la mayor cantidad de bombas. Al salir no teníamos ni idea de lo que estaba pasando en norte. Nosotros nos fuimos hacia sur, caminando por atrás, por la calle José Díaz, hacia donde antes se comían anticuchos, por ahí. Cuando estábamos pasando por la playa de estacionamiento a la altura de la tribuna sur, vimos los ómnibus que algunos habían incendiado, mientras que otros tiraban dos, tres perros policías dentro de ellos. Yo creía que eso era lo más grave que estaba pasando, y eso era lo que comentaba la gente que salía con nosotros, ignorantes todos que hacia el otro lado estaba muriendo muchísima gente. Cuando empezaron a sonar las balas más cerca, nos fuimosvolando a casa.
Cuando llegué, por la televisión estaban pasando toda la información sobre el problema. Decían “se han ubicado cinco muertos” y a nosotros nos parecía una barbaridad cinco muertos. Una barbaridad. De repente, en media hora, ya hablaban de veinticinco, y a la hora, ya eran cincuenta, cien y seguía creciendo el número de muertos. Es decir… fue una desgracia. En la noche ya era terrible todo lo que estabapasando. Terrible, terrible fue, ese día y los siguientes. Todo lo que se sabía, todo lo que se contaba. Recuerdo que me puso mal cuando me contaron que en los baños de la tribuna norte, algunos padres desesperados rompían las ventanas que daban a la calle para lanzar a sus hijos pequeños porque se estaban asfixiando con los gases. Es que los gases lacrimógenos se extendían por todo el estadio. Donde más tiraron fue en norte, que fue donde murió la gente aplastada contra las puertas cerradas. En norte tiraron las bombas a la tribuna misma, repleta de gente. Una barbaridad. Si a la distancia lo sentías, imagínate la bomba cayendo a tus pies, te tenías que ahogar, debió ser desesperante.
Muy terrible, muy muy bravo fue. Dieron de baja al comandante que dio la orden, a los policías que lanzaron las bombas. La mayor cantidad de muertos en un estadio de fútbol. Terrible. Ojalá que nunca suceda una cosa así en ningún sitio otra vez.”
El Core Four: Jeter, Posada, Rivera y Pettitte
Foto disponible aquí
Se acaba una era en el Bronx. La finalización de la
temporada regular 2013 en el béisbol de las grandes ligas, dejó a los
seguidores de los New York Yankees sumidos en una sensación de tristeza y
nostalgia, más que por el hecho de no haber alcanzado la postemporada por
segunda vez en los últimos 19 años, por la despedida de dos de sus jugadores
más emblemáticos de las últimas dos décadas: Mariano Rivera, el mejor cerrador
de todos los tiempos, y Andy Pettitte, el zurdo con más victorias en juegos de
postemporada.
La partida de Rivera y Pettitte tiene un enorme
simbolismo: Junto con Jorge Posada –también retirado el 2011- y el Capitán Derek
Jeter, conformaron el Core Four,
aquel grupo de muchachos que jugaron juntos en las menores de los Yankees a
inicios de los noventas, debutaron en 1995 y juntos fueron parte de la última
gloriosa dinastía de los Mulos, ganadora de cuatro Series Mundiales en cinco
años (1996, 1998, 1999, 2000) y una quinta en el 2009 en aquella serie final
contra los Philadelphia Phillies que permitió que el nuevo Yankee Stadium se
inaugurara con la máxima celebración del béisbol profesional. Con su partida,
apenas queda el ya legendario Capitán, como único sobreviviente de esa era de
éxitos, la misma que siendo cercana en el tiempo, luce por demás lejana a la
luz del presente y futuro inmediato de los Yankees.
Incertidumbre es la palabra que puede definir el
horizonte a corto plazo del equipo newyorkino. Su rotación abridora es una
incognita. Volverá C.C. Sabathia con todas las dudas que ha dejado su temporada
2013 y seguramente Ivan Nova que, aunque evidenció una mejoría en en la segunda
mitad, aun tiene la materia pendiente de ofrecer una temporada consistente. Sin
Pettitte, casi con seguridad sin Phil Hughes y con la incognita del futuro de Hiroki
Kuroda y la salud de Michael Pineda, los Yankees están en la obligación de
construir una nueva rotación abridora para el año que viene.
En el lineup,
volverá Mark Teixeira luego de pasarse todo el año lesionado. Sólo el tiempo
dirá si Jeter podrá volver a ser el shortstop regular o tendrá que
acostumbrarse a la función de bateador designado. En los jardines se seguirá
contando con Brett Gardner e Ichiro Suzuki, y tarde o temprano se definirá la
situación de Curtis Granderson y Alfonso Soriano. Lo del cactcher es otra
interrogante: seguir con la pobre ofensiva de Chris Stewart, darle otra
oportunidad al suspendido Cervelli o a Austin Romine, o buscar en la agencia
libre, esas son las alternativas. No habrá otro Mariano Rivera, pero los Yankees deben tener un nuevo cerrador; es muy probable que David Robertson, dueño de la octava entrada, tenga la oportunidad y la responsabilidad de encargarse de esa tarea a partir del 2014.
Las interrogantes en los Yankees alcanzan incluso a
su cuerpo técnico. El contrato de Joe Girardi vence y en New York intentarán
retenerlo, aunque para ello deberán superar la oferta que se anuncia pondrán
sobre la mesa los Chicago Cubs. De renovar a Girardi, las principales novelas
del invierno serán dos: el proceso legal con la apelación de Alex Rodríguez a
su suspensión por su vinculación al caso Biogénesis, y la renovación del
contrato de Robinson Canó, el mejor jugador con el que cuentan los Yankees en
la actualidad.
Poco puede esperarse respecto de la aparición de
algún jugador de la cantera de ligas menores de los Yankees. Las incontables
lesiones del 2013 dieron la posibilidad a diversos jugadores que no supieron
aprovechar la oportunidad. Por ahí puede esperarse que el 2014 sea
el año de consolidación de jugadores como Nuñez o Phelps, pero esa afirmación se sustenta más en esperanzas y buenos deseos que en hechos concretos. En ningún caso asoma la
figura de algún novato que pueda marcar diferencias como lo hicieron en su
momento los Core Four.
El inolvidable momento del retiro de Mariano Rivera
Foto disponible aquí
En medio de ese panorama, y del desánimo que
envolvía el Bronx con la eliminación de postemporada, hubo lugar para dos
momentos especiales, de aquellos que solamente el béisbol, y los Yankees, puede
generar: la despedida de Pettitte en Houston nada menos que con un juego
completo, y el inolvidable instante en el que el histórico Mariano Rivera dejó
para siempre la lomita, relevado por sus compañeros de toda la vida, Pettitte y
Jeter, derrumbándose a los hombros de ambos y recibiendo una última e interminable
ovación de compañeros, rivales, y del público de un Yankee Stadium a tope que
veía irse junto con el panameño, el penúltimo pilar de los inolvidables Core Four.
Cuatro días antes, en un hermoso domingo de sol
otoñal, Rivera había recibido el homenaje formal de los Yankees: el retiro de
su número -el último 42 del béisbol- para que brille por siempre en el parque de los monumentos del Yankee
Stadium, la interpretación de la clásica Enter Sandman nada menos que por
Metallica en vivo, y la presencia de numerosos miembros de la última dinastía del
equipo, encabezados por el líder de aquel equipo, Joe Torre. La tarde fue todo
un símbolo de lo que acontece con los Yankees: una vez se retiraron del terreno
los campeones del pasado, el equipo del presente fue incapaz de conseguir una victoria
para cerrar con broche de oro un día de homenaje, reconocimiento y celebración.
Se fue Andy, se fue Mariano. Queda poco para que el
Capitán le siga los pasos. Mientras tanto los New York Yankees buscan armar un
nuevo equipo entre la esperanza de retomar el
protagonismo perdido, y los temores que esto apenas sea el inicio de otro período
de sombras y malos resultados, similar a aquella nefasta decada de los ochenta,
lejana en el tiempo, pero ahora muy cercana en el recuerdo.
* "Ayyy... apaga y vámonos"
Frase con la que Ernesto Jeréz, la voz del béisbol de las grandes ligas en español recibía las imágenes de Mariano Rivera al empezar a calentar para entrar a cerrar un juego.
Imagen disponible en www.rinaldocruzado.com All rights reserved by Rinaldo Cruzado
El próximo 6 de febrero, la selección peruana de fútbol
volverá al terreno de juego ante Trinidad y Tobago, en un partido amistoso que
servirá de preparación previo al reinicio de las Eliminatorias del Mundial
Brasil 2014. Entre los convocados está, como ya es una costumbre, Rinaldo
Cruzado (Lima, 21 de septiembre de 1984), el mediocampista que actualmente
pertenece al Chievo-Verona de la Lega Serie A italiana y que de a pocos se ha
ido constituyendo en uno de los referentes del seleccionado peruano.
Rinaldo aceptó con gusto compartir algunas impresiones en el
Blog Deportivo. Previamente debía realizer una twitcam a la que había invitado
a los seguidores de su cuenta de twitter (@RinaldoCruzado8), en la cual con Giarmarco como música de fondo ("aunque escucho todo tipo de música"), conversó y respondió de buena
gana todo tipo de preguntas y requerimientos. Contó como comenzó todo, cuando
un día completó un equipo en la Academia Tito Drago, donde trabajaba su padre;
que es sobrino de Lucho Cruzado aquel jugador de la generación de México 70;
insistió en que lucharán hasta el final con la selección y fue paciente y
agradecido con un seguidor colombiano que le invitó una y otra vez a continuar
su carrera en ese país. Tuvo palabras de elogio para los muchachos de la
Sub-20, y reconoció su admiración desde pequeño por el Real Madrid, aunque no
dudó en señalar a Lionel Messi como el mejor jugador de la actualidad. La
charla se extendió por más de una hora y tras la misma, Rinaldo hizo un gentil aparte con este Blog.
Pregunta: Tus primeros años como profesional en Alianza Lima
vienen acompañados de tres títulos con dicho equipo. ¿Cuáles son los recuerdos que guardas de aquella etapa?
Respuesta: Los mejores recuerdos en Alianza, los mejores. No
solo es el hecho de haber jugado cuatro años en el primer equipo, sino que
Alianza me dio la posibilidad de debutar en primera división y hacerme conocer,
lo que luego sirvió para poder emigrar. Ten en cuenta que además soy hincha de
Alianza, así que los recuerdos siempre serán buenos. Más alla de alguna
incomodidad que en algún momento uno pudo pasar, en general esa fue una etapa
donde fui muy feliz.
P: Una vez que emigras y antes de llegar a Italia, tu
experiencia internacional te lleva a lugares tan diversos como Suiza
(Grasshopper) e Irán (Esteghlal de Teherán). ¿Cómo fue esa experiencia, especialmente en lo personal, teniendo
en cuenta lo que las noticias suelen presentar de aquel país?
R: Ciertamente, he tenido la oportunidad de jugar en
varios continentes, y uno de ellos fue Asia. Irán fue una experiencia bien
complicada. Viendo hacia atrás, tome una decisión apurada, un poco alocada,
pero es que en aquel momento yo pensaba que en el fútbol tú, como futbolista,
solo te dedicas a eso, a jugar; obviamente por allá te das cuenta lo complicado
que es todo después que concluyen las labores deportivas. Fue una vivencia muy
complicada para mí, los recuerdos no son muy agradables.
P: Luego de un paso por Juan Aurich –y antes de Irán
por Sporting Cristal-, llega la oportunidad de jugar en la Liga italiana, en el
Chievo-Verona. ¿Qué es lo que
más rescatas de estos tres años por allá?
R: La liga italiana es una de las mejores del mundo,
por consiguiente uno aprende muchas cosas en el transcurso de la vivencia. Uno
va madurando mucho más como persona, como futbolista, y aprendiendo día a día, de
las cosas positivas y también de las negativas.El fútbol te da muchas cosas y uno debe saber discernir y elegir lo
correcto. Pasó en mis otras experiencias también: siempre puedes y debes saber
rescatar todo lo que aprendas de estas experiencias. Aquí en Europa tienen
maneras diferentes de trabajar, y bueno, a veces esas diferencias hacen que los
campeonatos sean de lo más competitivos. Lo ves en la liga italiana, la inglesa,
la española, entre otras.
P: Tras el cambio de técnico en tu equipo, no has
tenido la oportunidad de alternar con regularidad. ¿Es el final de tu contrato un buen momento para cambiar de
aires?
R: Aún no lo sé, yo sigo trabajando para estar a
disposición, me reporto al equipo. En todo caso, en estos días es probable que
se decida mi futuro.
P: No puedo dejar de preguntarte por la selección.
Pero no sobre lo que viene, que ya indicaste que se seguirá luchando hasta al
final. Me gustaría que compartas lo que siente un jugador de fútbol al salir a la
cancha representando a su país. Ese momento de la salida, del Himno, debe ser
especial.
R: No solamente con el Himno, que claro que es
especial. El solo hecho de ser convocado a la selección representa mucho para
nosotros, el hecho de vestir la camiseta peruana es algo increíble, único y por eso es
que quiero que sepan los hinchas que cuando vestimos la camiseta, dejamos todo
lo que tenemos en el campo. Todo.
El nuevo reto de Ricardo Abad, el hombre récord de maratones consecutivas: 52 Ironman en un año Foto: www.ricardoabad.com
3,8 kilómetros nadando. 180 kilómetros en bicicleta. 42,2
kilómetros corriendo. Todo seguido, el mismo día, sin parar. Eso es un Ironman,
una de las más exigentes disciplinas deportivas que lleva al límite la
resistencia física de los atletas que se dedican a dicha especialidad.
197,6 kilómetros nadando. 9360 kilómetros en bicicleta.
2194,4 kilómetros corriendo. Esas son las distancias que implicarían 52
Ironman, que son los que ha decidido concretar Ricardo Abad, este año 2013 a
ritmo de un Ironman por semana.
¿Es
un reto imposible? Lo mismo le decían al atleta nacido el 8 de enero de 1971 en
Tafalla, Navarra, España, cuando decidió batir el récord mundial de maratones
consecutivas. Y no solamente lo batió, sino que siguió hasta las 500, y llegó a
completar 607 días corriendo sin pausa los 42,2 kilómetros de la mítica prueba
con la que suelen cerrarse las Olimpiadas (en este Blog dimos seguimiento a dicho record en post previo).
No pasaron ni dos días tras completar ese reto cuando el
flamante hombre-maratón se subía nuevamente a una bicicleta y al poco tiempo ya
se preparaba para su primer Ironman. Le encontró el gusto de inmediato y entre
bañadores, bicicletas y zapatillas fue forjando su nuevo reto personal, en el
cual, como lo hizo los años previos, incluirá la colaboración con ANFAS, una
organización que trabaja con la discapacidad intelectual.
Conforme Guinness el belga Stefen Engels tiene el record de
Ironman realizados en el period de un año con 20 entre 2007 y 2008, aunque en
el 2012 se habría batido el mismo con 35, lo que está por formalizarse. Desde
este 2 de enero, Ricardo Abad ha comenzado una aventura que de culminar con
éxito a fin de año, estará reescribiendo –una vez más- el libro de records.
Como al inicio de cada aventura que se propone, Ricardo Abad
escucha palabras de aliento, asombro y admiración, pero no está exento de
comentarios que cuestionan la necesidad o el riesgo que implica lo que va a
hacer. Ante eso Abad responde que cada persona busca su felicidad de alguna
forma y que en su caso, ha encontrado la felicidad en el deporte y en este tipo
de retos, en los que busca descubrir sus propios límites, colabora con buenas
causas y de paso motiva a otra gente a hacer deporte.
El primer Ironman ya fue superado. Conforme indicó Abad en
El Larguero, comenzó a las 7.45 a.m. y lo concluyó a las 9.00 p.m. Más allá del
lógico cansancio sus primera sensaciones fueron positivas, enfocándose de
inmediato en la preparación del Ironman 2, la segunda semana de Enero. La
información sobre el desarrollo de cada Ironman y todo lo que acontezca esos
días podrá ser seguido en el blog de Ricardo Abad.
La prueba luce muy difícil. Pero después de los retos que ha
batido previamente en su carrera, vale la pena dar seguimiento a Ricardo Abad,
un atleta en cuyo diccionario ciertamente no existe la palabra ‘imposible’.
Sussoni, Peña, Chamochumbi, Caíco, Reyes y Farfán;
Tomassini, Escobar, Casanova, Cavero y Bustamante.
Formación inicial de aquel partido en Pucallpa del 08.12.87
Foto disponible en depor.pe
25 años después
el recuerdo sigue vivo. Demasiado vivo. Ciertamente los años van dando otra
perspectiva con respecto a las prioridades en la vida, pero qué duda cabe que
el fútbol es una pasión, un sentimiento y no necesariamente se explica ni tiene
razones. Por eso se viven las victorias y las derrotas a plenitud. Pero en el
deporte no te enseñan a reaccionar ante una tragedia como la del Alianza Lima
aquel aciago 8 de diciembre de 1987, en el que el avión que transportaba al equipo, dirigentes e hinchas, se estrelló en el mar de Ventanilla. Que lo digan sino los hinchas del Torino,
del Green Cross o el Manchester United por citar algunos casos.
Seguramente
los hinchas de otros equipos lo habran vivido a su manera, con inevitable
distancia. Los aliancistas menos apasionados habrán sentido el golpe, pero
después habrán dejado el tema en un segundo plano. Los más apasionados lo
habrán sufrido como una pérdida cercana, de familia misma. Hacen mal los que
juzgan de indiferentes a unos, como hacen peor los que asumen como ridiculez el
sentir el dolor tan cercano, dada la pasión con la que se puede vivir el deporte.
Ante la
tragedia, el paso de los años y el hecho irremediable que la historia real va
dando lugar a mitos y leyendas, suelen decirse muchas cosas, algunas reales y
otras exageradas. Pero a mí no me lo contaron. Yo los vi jugar como parte de
aquella pasión aliancista heredada y compartida con mi padre, a quien le
agradezco haberme llevado al Alejandro Villanueva en Matute desde muy pequeño.
Así que sé
muy bien que el bueno de “Caíco” Gonzáles Ganoza, salía a cazar mariposas en
sus inicios, que inclusive tuvo una noche fatídica en un amistoso contra Quilmes
jugando por la selección y que era tan querido por la hinchada de su equipo
como cuestionado por las demás. Pero también sé que en el momento de la
tragedia pocos lo discutían en el arco de la selección después de una destacada
actuación en la Copa América del 87. Por fin, a sus 33 años, Caíco lograba
establecerse con una madurez que lo hacía el capitán y líder de ese equipo de
jovenzuelos aliancistas.
También
estaba Tomás “Pechito” Fárfan. Aguerrido defensa central, luchador, peleador;
quizás limitado en lo técnico, pero todo pundonor. El despliegue técnico atrás
venía en grandes dosis en Daniel Reyes, espigado, elegante, pero metedor a la
hora que había que meter. Ambos contaban con un suplente de confianza en William
León, que sin hacer ruido, siempre sacaba adelante los partidos que le tocaba jugar. En los laterales “Peluca” Sussoni cumplía y Gino Peña comenzaba a
aparecer cuando al veterano César Espino le traicionaban los nervios, como
aquél partido contra San Agustín apenas dos días antes, que motivo la
suspensión que lo dejó en Lima y le salvó la vida.
Aquella
tarde de diciembre en Pucallpa, Aldo Chamochumbi jugaba en la contención
reemplazando a un joven Juan Reynoso, que no acompaño en el viaje fatal al
equipo al quedarse en Lima por una lesión. Bendita lesión. También inició
acciones Caverito, que adquiría cada vez más protagonismo en su
alternancia con el experimentado Jonnhy Watson, quien aguardaba en el banco con
Mendoza, el eterno arquero suplente del equipo, y los juveniles Tejada y
Garretón (por diversas razones no viajaron Juan Illescas y "Colibrí" Rodríguez que también alternaban en el primer equipo).
Luis Escobar, aquel 19 que daba gusto ir al estadio a verlo jugar
Foto: cafegolyron.blogspot.com
Y claro, destacando
en el equipo titular estaban El Tanque Blanco y los inolvidable Potrillos.
Alfredo Tomassini, a sus 22 años, en su año de despunte: potencia, fuerza,
definición, gol. Una aparición interesante en nuestro fútbol, que resultaba un
perfecto complemento para el fútbol de aquellos Potrillos que fue moldeando el
recordado Didí, y a los que empezaba a pulir el “Chueco” Marcos Calderón.
Potrillos representados en aquel trío de recuperación, creación y fantasía, conformado
por José Casanova, “Pachito” Bustamante y el número 19, el recordado “Potrillo”
Escobar.
Casanova
había pasado de ser una promesa, a superar algunos momentos de irregularidad,
para a sus 24 años ser el dueño de la recuperación del mediocampo aliancista. Carlos
Bustamante era la creación y la clase, el 10 del equipo, daba gusto verlo
jugar. Luis Escobar era un jugador diferente. Era picardía, velocidad, desborde, finta y
definición. Verlo en el estadio jugar con sus tobilleras blancas y su trotar de
caballo de paso era un espectáculo y para mí un privilegio. Admito que en
apenas cuatro años desde su precoz debut, el “Potrillo” era el jugador al que
más esperaba ver jugar cuando iba al Estadio a ver a Alianza. Se había
convertido en mi jugador predilecto.
Pachito Bustamante y Luis Escobar: Los Potrillos
Foto: malditoangelito.blogspot.com
Los
detractores de Los Potrillos dirán que se les magnifica en la ausencia,
distancia y tiempo. Que en realidad no eran tan buenos, más bien irregulares y
que incluso en las categorías juveniles de la selección no habían logrado que
se consiguieran buenos resultados. Todas las opiniones son respetables. Lo que yo recuerdo es que eran muy buenos y tenían mucho potencial, especialmente “Pachito”
y el “Potrillo”. La gente olvida que la vida se les cortó abruptamente cuando
uno estaba en los 21 años y el otro –que había debutado con apenas 14 años-,
recién había alcanzado la mayoría de edad. Nunca sabremos cuanto hubieran
podido crecer, a donde hubieran podido llegar. Así que ante la duda infinita, y
mi rechazo a caer en ejercicios de hipótesis imposibles de confirmar, yo
prefiero ser realista, pero no mezquino: podían haber llegado
donde se lo hubieran propuesto (de hecho, Didí reconoció en una entrevista
posterior al accidente que el fútbol brasileño ya había puesto sus ojos en el
10 y el 19 y los seguía con atención. En medio de un llanto que conmovía al más
insensible, el técnico brasilero no daba crédito a lo ocurrido justo cuando esos
“hijos” suyos tenían tanto futuro por delante).
Aquel
equipo prometía mucho y lamentablemente en promesa quedó. Muchos de ellos
habían fallado en el intento de detener la sequía de títulos aliancista que
duraría diez años más, dejando pasar la oportunidad de campeonar el año previo
al perder una final imposible ante el San Agustín de Martinez, Ziani y el Chemo
del Solar. Pero también había regalado dos goleadas delirantes (4-0 y 5-1, con dos goles de Escobar como se observa en el vídeo debajo) ante
el eterno rival, Universitario de Deportes, con baile incluido. La siembra de Didí,
la cosechaba Calderón. Se notaba más regularidad, más madurez, mayor compromiso
y en el caso de los talentosos, un desarrollo cada vez mayor de los mismos. El
paso del equipo en ese torneo era sólido, como lo ratificaron en un disputado clásico apenas un mes antes, ganado con gol de Escobar, o aquel último
partido en Pucallpa, ganando con oficio un partido áspero, en un terreno
lamentable y en condiciones climatológicas pesadas. “Pacho” Bustamante fue el
que anotó aquél último gol. Se fueron punteros, líderes de campeonato, lo que
no era un detalle menor. Eran un equipo joven, muy joven. Eran promesa,
empezaban a ser presente, no pudieron ser futuro.
Siempre he recordado aquel momento reviviendo el dolor de los días posteriores. Hoy, 25
años después he querido recordarlos vivos. Con ganas de dejar constancia que a
mí no me los contaron, que yo tuve la suerte de verlos jugar. Me dieron muchas
alegrías, vivimos también derrotas, pero canté muchos de sus goles, disfruté
con su juego, vivía la ilusión que llegue el domingo para ir al estadio a
verlos. Aquellos muchachos eran parte de mi añorada rutina ochentera de fin de
semana futbolero junto a mi padre. Él, que ha visto mucho fútbol y equipos legendarios del Alianza, siempre me dijo que esos muchachos eran muy buenos. Vaya que sí. Y varios de ellos con un futuro enorme para ser mejores aún.
Descansen en paz Potrillos y gracias por el fútbol. Por aquí
siempre se les recordará.
El libro de reciente publicación de Patricia Ramírez:
Número 1 en ventas de libros de No Ficción en España
(Portada: planetadelibros.com)
Patricia Ramírez Loeffler, española, es psicóloga
deportiva con vasta experiencia en el trabajo
con atletas en forma individual y colectiva. En este último campo ha trabajado con clubes de la Liga Española como el Mallorca y el Real
Betis Balompié. Colaboradora del programa “Para
Todos” en TVE, del diario El País y columnista semanal del Huffington Post de
España, acaba de publicar su libro “Entrénate para la vida” que
llegó al primer puesto de ventas de libros de no ficción en España y conversó con el Blog Deportivo compartiendo valiosos conceptos sobre su experiencia en el deporte.
Pregunta: ¿En
qué consiste el trabajo de un psicólogo deportivo?
Respuesta: Depende de la situación en la que
trabaje. El psicólogo que está en la cantera suele trabajar los valores de
equipo: la cohesión, el fair play, el que los niños aprendan que el objetivo
grupal está por encima de todo, inclusive trabaja también el fracaso escolar. Mi especialidad es la psicología del
deporte de alto rendimiento y tiene una labor diferente. Concretamente viajo
con el equipo los fines de semana y le imparto una charla el día del
partido. En esa charla lo que se trabaja son las variables psicológicas que
pueden interferir con el partido: puede ser la inseguridad, la confianza, la
suerte, orientarse hacia los objetivos, la comunicación, todo ese tipo de
variables.
P: Usted reflexiona que “El valor no está en el talento.
Lo que añade valor al talento es la forma que tenemos de explotarlo”. ¿Puede
decirse que la labor del psicólogo deportivo esta enfocada en potenciar al
máximo ese talento?
R: Claro, porque a nosotros no nos vale
que alguien tenga un talento determinado, sino saber que ese talento puede ser
regular, porque el entrenador quiere saber con que cuenta en su equipo. Hay
gente que técnicamente es muy buena y en un partido te lo da todo y en otro, no
sabemos porque, no es capaz de competir ni sacar ese talento que tiene. El
valor del talento no está en tenerlo en sí, sino en saber hacerlo triunfar.
Para eso hay que trabajar muchos valores como el esfuerzo, trabajar al límite,
la perseverancia, la constancia, la seguridad, la confianza, para conseguir que
el talento se vuelva regular.
P: Existe quien puede comentar “el que es bueno es bueno y el que es malo
es malo tenga o no un psicólogo en el equipo o a su lado” ¿cómo aclarar esa idea de quien no conoce la labor que realiza un psicólogo deportivo?
R: Lo que es cierto es que en el
deporte de alto rendimiento el que es bueno es bueno, puede llegar a ser mejor,
puede ser regular; pero el que no tiene talento dificilmente va a conseguir
nada, no vamos a sacarle peras al olmo. Para realizar deporte a nivel
profesional uno tiene que estar dotado de una genética, de una fisionomía, una fisiología, que te permita tener una habilidad y una destreza especial para ese
deporte. Una vez que contamos con esto, no vamos a pensar que la psicología es
la panacea: primero va un entrenador que te dice como tienes que actuar, como
tienes que jugar y de corregir la ejecución deportiva, de darte instrucciones
para que tengas técnica, táctica y estrategia. El siguiente paso es tener un
preparador físico, que consigue que aguantes corriendo 93 minutos, y que no
estés cansado a los 20 minutos. Cuando todo eso lo tenemos completo
nos encontramos con otras disciplinas y entre ellas está la psicología del
deporte, que es capaz de darte el punto de referencia para poder competir mejor
que aquel que tiene un talento similar al tuyo, una preparación física similar
a la tuya y un entrenador que le dirige.
P: Por
más motivador que sea el entrenador, no es psicólogo. Existe una diferencia
entre el entrenador motivador y el psicólogo deportivo.
R: Hombre y tanto. Yo siempre lo digo:
el psicólogo deportivo es aquel que estudia psicología y que luego se
especializa en deporte. Y luego hay entrenadores con mucho liderazgo, con mucho
carisma, que son capaces de motivar al grupo, que son capaces de sacar lo mejor
de ellos, de generar expectativas positivas, de generar una comunicación para
que estén unidos. Pero eso no es un psicólogo. El entrenador no sabe trabajar
ni la atención, ni la concentración, ni la toma de decisiones, ni sabe cambiar
pensamientos ni manejar las emociones. Eso lo hace un psicólogo. El líder que
tiene la suerte de tener ese carisma innato con el que es capaz de movilizar al
grupo, bendito sea, pero el que no lo tiene, difícilmente alcanzará ese
carisma. P: Ya
que hablamos de motivación y de entrenadores, pienso en el reciente caso del
nado sincronizado en España o en el caso del vóley en Perú
donde su actual entrenadora es criticada por un sector respecto del trato que tiene con sus jugadoras. ¿Cuál es el límite en el marco de esa
motivación?
R: El límite es la dignidad de la
persona y el respeto. No hay ningún estudio que demuestre que siendo
autoritario y humillando a las personas, saquemos más cosas de ellas. No
sabemos si lo que sacamos es producto del miedo, o porque eso es motivante en
sí. Lo importante es que las jugadores sean capaces primero de darlo todo, y de
valorar a su líder de forma positiva. Porque cuando nosotros transmitimos
confianza y seguridad, también conseguimos resultados positivos. En todos esos
grupos donde se sacan resultados positivos habría que valorar el estilo de
liderazgo de quien los está dirigiendo. ¿Por qué hay otros grupos que también
funcionan? La gente funciona porque tiene talento. Y el líder o el entrenador
lo que tiene que hacer es decirles como utilizar su talento, transmitiendo
entusiasmo, seguridad. El que alguien te humille no significa que vayas a tener
éxito. Estoy segura que esa gente tendría el mismo éxito si tuviera una persona
encima que en lugar de humillar les alentara y les reforzara.
P: Hablemos
de su experiencia en el fútbol. Más de siete años ligada a equipos como el
Mallorca y el Betis; confianza de técnicos como Gregorio Manzano y Pepe Mel; agradecimiento público como aquel de Rubén Castro celebrando su gol conusted. ¿Su experiencia le hace pensar que el
fútbol profesional en general recibe con brazos abiertos la ayuda de la
psicología deportiva?
R: Creo que el fútbol tiene que darse
cuenta que la psicología tiene algo que aportar, que tenemos muchas cosas que
decir y que cada vez que algo se profesionaliza más, existen pequeñas
disciplinas que ayudan a dar un plus. Lo que está claro es que entre dos
jugadores que están entrenados de la misma manera, al final lo que les va a
diferenciar es la capacidad para estar metidos, concentrados y de dar lo mejor
de sí que tengan unos y otros no. P: Comentaba
usted con motivo del inicio de la Liga española este año que “trabajar en el
fútbol de élite es como vivir constantemente en una montaña rusa” ¿Por qué?
R: Porque estás viviendo emociones
contrapuestas pero de una forma muy intensa. Entonces cuando ganas estás arriba
y estás eufórico pensando que eres el rey del mambo, pero cuando pierdes te
sientes la persona más decepcionante y más negativa; no hay una regularidad.
Igual la regularidad la tienen los equipos que siempre ganan, pero en equipos
humildes que hoy pierden, mañana ganan, que ganan a un grande cuando no lo
esperaban, que pierden ante un rival débil al que le tenían que haber ganado,
todo eso genera emociones muy dispares. Con unas sufres muchísimo, y con las
otras te sientes grandioso. Ahí está esa montaña rusa, de pasar de estar genial
a tener un dolor intenso que incluso racionalizas y te preguntas cómo es que puede
ser así cuando eso es solamente fútbol. ¡Pues por supuesto!
El trabajo de Patricia Ramírez dejó huella en el Betis.
Aquí Ruben Castro dedicándole uno de sus goles
durante la temporada pasada
(Foto de Fran Vega en number1sport.es)
P: A
la victoria y la derrota hay que añadirle el error. Un futbolista se
equivoca, cuesta una derrota, una eliminación, y lo hace ante miles de personas
en vivo y en directo. ¿Cómo se trabaja para que una situación así afecte lo
menos posible y se pueda voltear la página cuanto antes?
R: Yo hago unas cartitas ahí que se
llaman “borrón y cuenta nueva”. Les pido a los jugadores que apunten aquello
del partido que les gustaría que no volviera a ocurrir y luego que arruguen el
papel y lo tiren a la basura para a partir de ahí pensar como vamos a hacer
para que no ocurra eso, esto es, en que medida depende de nosotros volver a
trabajar para que no ocurra eso y centrarnos en lo que son factores
controlables. P: Me
imagino que uno de los casos donde se requiere mayor ayuda psicológica es ante
las lesiones que alejan de los terrenos de juego a los deportistas, en muchos
casos por varios meses ¿cómo combatir la desesperación, la ansiedad o las
preocupaciones que pasan por la cabeza de un jugador en esa situación?
R: Ahí lo que tenemos que trabajar es
la seguridad y la confianza. Volvemos otra vez a los factores controlables. En
que medida depende de mí luego volver a mi sitio, de cómo empiece yo a jugar. Pero como yo empiece
a preocuparme de cosas que no controlo o a preocuparme de cosas del futuro de
las que ahora no pudo estar pendiente, al final lo que hago es desgastarme.
Entonces, al jugador durante ese tiempo se le pide que visualice vídeos de él
trabajando con seguridad, con confianza, que vea imágenes o jugadas en las que
él ha sido eficaz, para reforzar su talento natural. P: Otro
caso interesante es el de los suplentes. Su talento está al servicio del
equipo, tienen toda la disposición de demostrarlo, pero probablemente, por
ejemplo un arquero suplente, puede pasar el año entero sin jugar un minuto. ¿Se
realiza algún trabajo puntual con ellos?
R: Es el mismo trabajo que con los
demás porque en cualquier momento te pude tocar a ti. La gente dice “sí, ya para
que, si yo no juego”. No. Tienes que estar preparado porque nunca sabes lo que
va a ocurrir. Desde una tarjeta, una lesión, es que nunca sabes lo que va a
ocurrir. P: Muchos
deportistas son proclives a cábalas, rituales o supersticiones. Más allá de lo
anecdótico ¿aquello tiene -o puede tener- alguna relevancia positiva o negativa
en su rendimiento y mentalidad al afrontar el juego?
R: Se puede convertir en algo negativo,
por supuesto, porque los rituales no te dan seguridad. Normalmente te preparan
para competir, te van diciendo que llega el momento. Si el ritual es algo
sencillo que depende de ti, como entrar con el pie derecho en el campo, pues no
pasa nada porque lo vas a poder hacer siempre. El problema es que tu ritual
dependa de que un compañero te dé la mano, de llevar encima algo que en algún
momento no puedas tener, porque en ese momento que lo perdemos empezamos a
pensar que la suerte se va a alterar y ni siquiera estamos jugando, pero yo ya
pienso que me va a ir mal, y si yo anticipo aquello, puedo caer en la profecía
auto cumplida. P: Permitame felicitarla por su libro Entrénate para la vida, no solamente
por el éxito que lo ha llevado a ser número uno en ventas en España, sino
especialmente por la retroalimentación que brindan quienes lo van leyendo. ¿Cuál es la idea principal del libro?
R: Son lecciones para la vida en
general, no es un libro escrito para la psicología del deporte, es un
libro escrito para todo el mundo y todos son capítulos diferentes que no
dependen el uno del otro, osea que cada uno puede empezar a leer por donde
quiera. El que quiera puede leer sobre la suerte, sobre los rituales, sobre el
pensamiento, cada uno donde quiera. Y a medida que tu vayas leyendo seguro que
te vas a dar cuenta que te sientes identificado porque en algún momento de tu
vida has pasado por ahí. Creo que lo que tiene el libro de bueno es esa parte
didáctica en la que en cada capítulo aparece una serie de fichas de trabajo
para que, el que quiera, pueda elegir aquello en lo que quiere cambiar, en lo
que quiere crecer, en lo que quiere mejorar, y a su ritmo puede ir trabajando
esa variable psicológica.