sábado, 8 de septiembre de 2012

A falta de equipo, buenas son individualidades: siempre viene bien una alegría

Jefferson "La Foquita" Farfán, el jugador del partido
Otra vez la misma historia. Le llegan una sola vez a Perú y gol en contra. El colofón del primer tiempo no podía ser peor. Perú había jugado a poco y nada en un interminable bostezo de más de cuarenta minutos. Nuevamente la sensación de estar librados a lo que depare la inspiración de las individualidades antes que a un planteamiento colectivo. O el mismo no existió o fue muy malo en esa primera etapa. Dio la impresión que la orden era poner a Vargas, Farfán, Guerrero y Pizarro y llenar de centros el área rival, en la misma proporción en la que el mediocampo quedaba despoblado. Y encima el gol. Distracción defensiva, tiro libre repetido, obsequio de Fernández, ir al descanso con la fustración propia de vivir la "historia de siempre".

A falta de equipo, individualidades. El segundo tiempo fue atípico, ajeno a lo que siempre suele ocurrir con Perú. Se necesitaba un gol temprano; pues venga Ramírez con el pase y Farfán con la definición precisa por debajo del arquero rival. Sería ideal aprovechar el momento y pasar adelante; pues aparezca Cruzado con un pase de otro partido para que Farfán aguante y defina como si estuviera en Gelsenkirchen ante un Vegas que generoso, devolvió la cortesía de Fernández y le dejó el arco abierto para la definición implacable. Si de bonus track el equipo rival se desespera y se queda con diez jugadores, ya tenemos una noche que pintaba fatal y se fue dando vuelta para dejar de ser "la historia de siempre".

Es la noche de la Foquita que dedica el triunfo a su familia y a los que "no creen en mí ni en la selección". La noche del esfuerzo pundonoroso de Yotún, Vargas y de Pizarro, más allá que intercalen aciertos con desaciertos. La noche donde el Guerrero de siempre descubrió que en un sólo pie las ganas no bastan. Donde Rodríguez quiso dejar constancia que puede rendir aunque no esté jugando, y donde Cruzado y Carrillo jugaron sin que les pese la camiseta -que cerca estuviste con ese cabezazo André-. La noche donde Perú dio vuelta a un partido complicado porque sus jugadores nunca dejaron de luchar, pero donde el funcionamiento como equipo siguió siendo una materia pendiente.

Con Venezuela -equipo con un técnico y algunos jugadores que antes de los partidos hablan como si tuvieran el pedigree futbolístico de Brasil- alcanzó el esfuerzo individual. Con Argentina habrá que aplicarse en lo colectivo y en evitar desatenciones como la que originó el gol venezolano. La lógica y la razón sugieren que Argentina, primero de las Eliminatorias con Messi a la cabeza, es el favorito para el partido que viene. El corazón, necio y testarudo que no sabe de razones, insiste en alojar un resquicio de esperanza para seguir sumando.  El martes lo sabremos.

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